Hacinas recibió en 1991 el Premio de Embellecimiento Castilla y León.
Este territorio, habitado desde la prehistoria, ha sido siempre una encrucijada de culturas. Los arévacos, tribu celta que ocupó estas tierras, dieron paso a la civilización romana, que extendió su hegemonía desde la cercana Clunia.
Quedan también abundantes restos de la época visigótica (eremitorios como la cueva de San Marcos, tumbas antropomorfas de piedra que pueden contemplarse al lado de la iglesia de San Pedro). Hacinas, que en el siglo X forma parte del Alfoz de Lara, se integra en el Fuero de Salas, otorgado por Gonzalo Gustios, padre de los Siete Infantes sobre los que versa el célebre romance castellano.
En la parte más alta del pueblo se encuentran las ruinas del castillo que, edificado a principios del siglo X, fue habitado hasta el XVIII. Se conserva el pozo y restos de los paneles amurallados. El Romancero da noticia también de la batalla de Hacinas entre Fernán González y los moros, que se saldó con victoria del conde fundador de Castilla.
La torre-campanario de Hacinas es uno de sus elementos emblemáticos. Es una espadaña natural de roca arenisca, de 20 metros de altura, con dos ventanales de arco de medio punto y la figura del Sagrado Corazón sobre ellos.
También pueden admirarse en sus calles y Plaza Mayor tres magníficos árboles fósiles hallados en el municipio, que cuentan más de 120 millones de antigüedad.
El conjunto urbano, en el que no falta la curiosa chimenea serrana encestada (foto 4), es uno de los mejor conservados de la comarca.
La iglesia parroquial de San Pedro, cuya construcción se inició en 1630, conjuga distintos estilos y presenta un interesante pórtico de corte barroco con la figura de San Pedro sedente en su parte superior. A mediados del siglo XIX Hacinas contaba en su censo con 400 habitantes
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